El día que cumples 30 no es muy horrible, te lo pasas bien, te hacen regalos y aguantas las bromas de tu hermana pequeña... lo peor viene a las dos o tres semanas, cuando llega la carta del banco felicitandote y anunciandote pomposamente que ya no eres jóven y que vas a empezar a pagar por tu cuenta corriente. Ese día te cagas en el banco y te vas a la cama con la angustia de haberte hecho mayor.